El feminismo exhibe su músculo movilizador pese al temor al coronavirus

Los motivos que alentaron las multitudinarias protestas feministas de los dos últimos años permanecen: violencia de género, brecha salarial, el trabajo no remunerado, la discriminación… Y la capacidad de movilización del feminismo también. Este domingo, en otro 8 de marzo, volvió a llenar las calles de muchas ciudades españolas, de Bilbao a Cádiz, pasando por Barcelona, Madrid o Valencia. Desde luego no logró la asistencia de 2018 y 2019, eso es evidente. En el ambiente de la protesta estaba el temor al contagio del coronavirus y la división del movimiento por las diferentes posiciones ante el colectivo transexual, que han creado una división entre el feminismo histórico y las nuevas generaciones, y han llegado incluso al seno del Gobierno, donde ha habido un choque grave por la ley de libertad sexual.

Feminismo, su fuerza y su punto flaco

Pese a todo, decenas de miles de personas volvieron a salir a la calle mostrando una vez más que el feminismo es, probablemente, el movimiento con mayor capacidad de movilización, sobre todo en España, que lidera la lucha por la igualdad con mucha más fuerza que otros países europeos, donde las marchas feministas no lograron suscitar ni de lejos la misma adhesión. De esa fuerza, que ahora ha emergido también en Latinoamérica, habla el hecho de que este año todos los partidos, menos Vox, acudieran. Hasta el PP, ausente en anteriores citas, participó, pese a sus tensiones internas. También estuvo Ciudadanos, que suele acudir, pero esta vez tuvo que abandonar la manifestación de Madrid por la hostilidad de algunos participantes.

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