Para conmemorar a las increíbles mujeres y niñas en la ciencia de nuestro país
Recomendamos este estudio que nos habla sobre las discrepancias de género. No se habla de ello, pero se sabe y debemos incomodar hasta que se corrija la diferencia.
El “Diagnóstico de Género sobre la Participación de las Mujeres en la Ciencia en Panamá” recoge los resultados de una investigación realizada entre mayo y diciembre del año 2018 en Panamá. Su objetivo es medir la participación de las mujeres en la ciencia en relación con los hombres desde un enfoque cuantitativo y cualitativo. Esta investigación fue impulsada por la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (SENACYT) y realizada con la asesoría de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) sede de Argentina y la Cátedra Regional UNESCO “Mujer, Ciencia y Tecnología en América Latina”.
Este estudio forma parte del proyecto internacional “The National Assessments on Gender and STI”, que mide la participación de las mujeres en la sociedad del conocimiento en diferentes países.
Panamá pertenece al grupo países que crearon en los años noventa instituciones cuyo objetivo era desarrollar la ciencia, la tecnología y la innovación, buscando identificar problemas como el desarrollo económico, los cambios en el ámbito del trabajo, la pobreza y la polarización socioeconómica.
En ese contexto se creó la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (SENACYT), en 1997, el sistema nacional científico y tecnológico no contemplaba en sus primeras fases la necesidad de construir políticas especialmente orientadas a la igualdad de género.
La Comisión de Género de SENACYT elaboró, junto a consultoras externas, lo que se dispone sobre género y CTI con el Plan Nacional de Ciencia y Tecnología (PENCYT) 2010-2014. Fue en gran parte el interés de las funcionarias de SENACYT lo que hizo posible que en el plan se visibilizara el tema de género.
Según el índice de brecha de género global del World Economic Forum, Panamá ha logrado aproximadamente un 70% del camino hacia la equidad de género con una ligera mejora en los últimos años. No obstante, presenta una pérdida considerable al ser ajustado por desigualdad y la inequidad de género.
Haciendo referencia a las condiciones para la participación de las mujeres en la sociedad del conocimiento, podemos rescatar que las mujeres, al año 2018, presentan alta esperanza de vida sobre los hombres. Los hombres, en cambio muestran una tasa más alta que las mujeres, con relación a enfermedades infeccionas. Por otra parte, en cuento a la salud sexual y reproductiva, la mortalidad materna es uno de los indicadores de salud más alarmantes en el país, aunque resulta inferior al promedio de América Latina y el Caribe. Las comarcas indígenas presentan constantemente tasas superiores al promedio nacional. Un insumo fundamental para las políticas públicas relativas a salud sexual y reproductiva es la información que recoge la Encuesta Nacional de Salud Sexual y Reproductiva (ENASSER).
A pesar de que las mujeres cuentan con buenos indicadores de salud (alta expectativa de vida saludable o baja incidencia de enfermedades infecciosas), es específicamente en la salud sexual y reproductiva donde se encuentran los principales déficits del derecho a la salud de las mujeres. La alta mortalidad materna y la maternidad temprana en Panamá ubican al país en una posición baja en el índice de desarrollo humano considerando la desigualdad de género, por tratarse estos de indicadores centrales.
En el marco de estatus social, las mujeres destinan más horas al cuidado de niños/adolescentes y al cuidado de enfermos de cualquier edad, mientras que el hombre, destinan más horas al mercado laboral.
De acuerdo con los estudios de violencia de género, Anualmente se registran entre 1 000 y 1 500 casos de sospecha de violencia intrafamiliar y maltrato al menor, de los cuales la gran mayoría de las víctimas son mujeres. Aproximadamente un 5% de las mujeres panameñas de entre 15 y 49 años reportan haber experimentado violencia sexual alguna vez, y el porcentaje es más alto en las regiones indígenas y en Bocas del Toro que en el resto del país. En Panamá se registran alrededor de 45 femicidios por año, sin tendencia de cambio en los últimos ocho años.
Las mujeres, en la dimensión del estatus económico, tiene menos participación que el hombre. El desempleo afecta más a las mujeres. No obstante, la brecha ha ido disminuyendo. Algunas ocupaciones presentan una distribución bastante equitativa de hombres y mujeres: miembros del poder ejecutivo, técnicos y profesionales de nivel medio, trabajadores de servicios y vendedores de comercio. Estas áreas presentan una distribución que varía entre el 50 y el 55% de hombres en promedio en los últimos doce años.
Dicho lo anterior, se evaluó la brecha que existe en los ingresos laborales y las mujeres panameñas reciben 62 centavos por cada dólar que reciben los hombres panameños por trabajo equivalente. En general, los hombres panameños devengan ingresos cerca del 50% mayores que las mujeres, sin tendencia de cambio en los últimos 12 años.
En el ámbito político, la participación de las mujeres es baja. Panamá ha tenido una sola presidenta, Mireya Moscoso, de 1999 a 2004. Durante los últimos 12 años, el porcentaje de ministras mujeres en Panamá ha oscilado entre el 13% y el 30%, sin una clara tendencia hacia el incremento de la participación femenina.
Estos resultados son el reflejo de la segregación que existe en la sociedad con relación al género. De acuerdo a los comentarios sobre estos resultados, mencionan la discriminación de género en el acceso a posiciones o reconocimientos por los estereotipos vigentes; culturas organizacionales machistas y androcéntricas en sus lugares de trabajo e instituciones científicas; y falta de acciones para conciliar la vida familiar y laboral, considerando que aún se encuentran vigentes los roles de género en la sociedad y en los hogares.
Los indicadores analizados muestran la existencia de brechas de género y brechas étnicas en el ejercicio de derechos básicos y, en particular, derechos de las mujeres a la salud sexual y reproductiva y a una vida libre de violencia.
Haciendo una línea de tiempo en los avances a favor de la mujer, podemos destacar:
1994: Nuevo Código de la Familiar, que reconoce igualdad de derechos entre los miembros de las parejas.
1995: Ley N°27, que tipifica los delitos de violencia intrafamiliar y el maltrato de menores.
1995: Decreto Ejecutivo N.° 70, que crea el Consejo Nacional de la Mujer (CONAMU) para orientar, coordinar y velar por el desarrollo de políticas públicas con perspectiva de género.
1995: Ley N.° 50, promueve y facilita la lactancia materna y la Ley N.° 12, que aprueba la convención interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer Convención de Belém Do Pará.
2008: Ley N.° 71, creación del Instituto Nacional de la Mujer (INAMU).
2013: Ley N.° 82, que sanciona la violencia contra la mujer y tipifica el delito de Femicidio en el Código Penal, 2013; Reglamentado en 2017.
En términos generales, se puede afirmar que en Panamá se ha avanzado en los últimos años hacia la reducción de las brechas de género en la salud, la educación o la economía. Sin embargo, se observan pocos avances en los derechos de las mujeres en al menos tres áreas críticas: la salud sexual y reproductiva de las mujeres, la violencia de género en todas sus manifestaciones, y la participación política de las mujeres.
Esta segregación en la ciencia basada en sesgos vinculados a estereotipos, prejuicios y roles de género, aún muy vigentes en la sociedad panameña, e incluso entre los tomadores de decisiones de políticas públicas, se mantiene con escasa variación en el periodo que incluye este estudio.
Edición: Katiuska Chen Zou
Fuente: SENACYT Panamá, Diagnóstico sobre mujeres y CIT en Panamá.
https://mujeresenciencia.senacyt.gob.pa/