Edición por Katiuska Chen Zou
Al parecer, a muchas de nosotras, se nos ha dicho que envejecer no está nada cool.
¿Cómo me atrevo a ponerme vieja? Que antinatural de mi parte. Es más, me debería dar vergüenza envejecer. ¿Qué busco, volverme obsoleta y que finalmente me desechen como basura inservible? ¡Uff!, que susto. Creo que mejor me pongo juiciosa y me tomo en serio eso de “envejecer con dignidad”.
Porque, aunque todos envejecemos, nosotras debemos tener la mínima cortesía de pretender que no lo hacemos.
Miren, desde que puedo recordar, me hicieron saber lo bendecida que era al ser bonita y poder elegir al marido que quisiera. ¡Tremenda suerte la mía, ¿no?! Pero me advirtieron que, con gran poder venía una gran responsabilidad y era mi obligación, como mujer beneficiada con el privilegio de la belleza, el no permitir que mi cara o mi cuerpo envejecieran.
Así que, bien mandada como siempre, cuando llegó el momento (que no demoró en llegar), inicié mi recorrido por el mundo del antienvejecimiento (industria de más de $274 billones anuales). Me puse las tetas, me recogí el pellejo y no hubo jeringa, llena de botox, rellenos y vitaminas o laser de todas las frecuencias, que no pasaran por mi cara para mejorar su textura y eliminar sus imperfecciones.
No me juzguen, entiéndanme. ¿Cómo más iba a reaccionar? Tenía que salir corriendo a ocultar el paso del tiempo.
Tenía que encontrar la manera de extender mi fecha de caducidad. Si mi valía estaba en cómo me veía, si verme siempre joven y bella representaba todo lo que era como mujer, ¿qué más me quedaba que tratar compulsivamente de controlar las variables que ponían en riesgo mi significado, mi razón de ser?
Pero el vacío no paraba de crecer, sino más bien aumentaba.
El miedo a envejecer se afianzaba con cada comentario despectivo que escuchaba acerca de una cara achurrada. El terror me invadía con cada foto de JLo o Jennifer Aniston restregándome lo incompetente que era al no lograr cuidar mi juventud (mi bien más preciado). Y un día, agotada por tratar de lograr lo IMPOSIBLE…”de pronto FLASH” (insertar canción de Luis Miguel), lo puede ver todo muy claro. No se trataba de cambiar lo que los demás veían o no debían ver en mi, sino de revisar qué hacía que me sintiera obligada a cambiar el “cómo me veía” por el “qué dirán de mi”.
Y fue así como decidí que no quería seguir luchando contra mi propia piel. No iba a malgastar mi vida, complaciendo a los demás, tratando de correr el tiempo y luchando contra la muerte. Descubrí que valgo más que las arrugas de mi frente. Además, al deshacerme de tanto complejo impuesto para el beneficio de otros, fui libre de enfocar mi energía en encontrar las muchas otras cosas que si soy.
La publicidad con pleno respaldo de la sociedad está jugando con nuestros temores más básicos, lanzando mensajes claramente edadistas y sexistas, en donde se denigra la edad y se idealiza la juventud. En ambos casos violan la realidad, mintiéndonos DESCARADAMENTE, ya que ni ser joven nos garantiza la eterna felicidad ni ser viejas nos garantiza la eterna miseria.
¿Qué tenemos que hacer para poner orgullo en tener la edad que tenemos?
Pues, ser honestas. Tener conversaciones reales, con fotos reales, con edades reales. Dejar de respaldar la mentira. Manejando nuestro miedo a envejecer. Pero no pretendiendo que no existe y tapándolo a punta de cirugías, sino hablando, sin tapujos sobre lo que REALMENTE pasa en nuestros cuerpos y en nuestras vidas a medida que los años pasan.
Cuidado, no es que ahora vamos a levantar las armas y montarle una campaña de persecución a aquellas de nosotras que optan por hacer lo que sea por no envejecer.
Recuerden que cada una es dueña y responsable de su propio proceso. Este es un trabajo personal que debe enfocarse en EL MI, en entenderme por dentro y poder amarme por fuera.
3 comentarios.
Mas claro imposible la vida pasa muy rapido aceptacion es la clave, vive el hoy con el orgullo de haber podido abrir los ojos
Excelente!! He participado recientemente de dos talleres, uno con personas de diferentes edades; el otro, sólo con amigas/ compañeras de mas o menos, mi edad. Envejecer es cre- ser y el otro Envejecer es flore- ser. Excelentes!! Nos hemos renovado y vamos combatiendo toda clase de edadismos. Somos tod@ s humanos, que seguimos viviendo y contribuyendo a un mundo más humano, de respeto mutuo, de defensa de la vida y de la felicidad!
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