Este 8m las calles de Panamá se vistieron de violeta, en conmemoración al Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Que orgullo es ver a cientos de mujeres comprometidas, haciendo un llamado de atención para que se hagan valer nuestros derechos y a su vez, educando para lograr un mayor reconocimiento de los mismos.
Los antecedentes de esta fecha se originan un 8 de marzo, en Nueva York, cuando muchas mujeres fueron brutalmente reprimidas por solicitar mejorar sus condiciones de trabajo en una fábrica textil; o años más tarde, cuando la misma cuidad, nuevamente fue el escenario de una huelga donde las mujeres reclamaban igualdad salarial, disminución de jornada laboral a 10 horas y un tiempo para poder amamantar a sus hijos. Durante la huelga, perecieron más de un centenar de mujeres quemadas, producto de un incendio que se atribuyó al dueño de la fábrica como respuesta a la manifestación.
No fue sino hasta 1975, que la Organización de Naciones Unidas (ONU), estableció el 8 de marzo como Día Internacional de la mujer y en 1979 se aprobó la convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra las mujeres.
Es importante recalcar que el 8 de marzo no es un día para celebrar, sino para recordar, conmemorar y aportar a la lucha constante de las mujeres por la igualdad.
En Panamá, nos reunimos más de 600 mujeres de diversas colectivas, unidas bajo el mismo fin, luchar por una sociedad equitativa, tener derecho a vivir con dignidad y seguridad. Como mujeres, resistimos día a día para que no haya retroceso en los avances que hemos alcanzado ya que constantemente nuestros logros se ven amenazados por grupos anti derechos, que están muy bien organizados para mandar sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas.
En la marcha llevamos pancartas, ondeamos banderas, usamos bengalas y portamos pañoletas verdes y violetas. Nuestras consignas, eran una sola voz cuestionando la violencia machista que vivimos. Gritamos por nuestras muertas, por las violadas, por las que aún tienen miedo, por aquellas que el Estado ignora; gritamos por nuestras hermanas, madres, hijas, sobrinas, amigas y gritamos principalmente para que todas sepan que no están solas. Esta lucha es de todas y nuestra unión causa temor, al Estado no le gusta, a los femicidas no les gusta, a las fundamentalistas no le gusta, pero ya nada nos detiene.
Como cada año, la Coalición Internacional de Mujeres y Familias (CIMUF) dijo presente y se sintió su fulgor en las calles de Panamá. No solo luchamos cada 8 de marzo, lo hacemos cada día para lograr el reconocimiento de los derechos de las personas que pertenecemos al colectivo LGBTIQ+. Me llena de orgullo ser parte de una coalición que educa y aporta a la sociedad con información valiosa y a su vez crea espacios diversos y seguros de intercambio y convivencia.
Desde CIMUF seguimos recordando qué, “CUANDO LAS MUJERES SE APOYAN, GRANDES COSAS PASAN”.